La cautivadora belleza de la obra de Alvaro Montañés, el lirismo de sus imágenes emergentes de asfaltos sorprendidos de transparencias, se ven potenciadas en grado sustantivo.
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Estos trabajos en collages son el resultado del proceso natural de un artista exigente y una capacidad de creación constante, que le apareja la necesidad de alcanzar la significación del inmenso universo de las formas y de las ensoñaciones, que pueden estar amparadas bajo el ala de un insecto.
Ernesto Heine Torra
Gran Cruz Comendador de la Orden de Isabel La Católica
Miembro de la Association Internationale des Critiques d´Art – UNESCO – París
La calidad de Álvaro Montañés se manifiesta con originalidad al desarrollar en cada nueva obra, múltiples variantes de una misma estructura.
El horizonte que pinta nuestro artista se localiza dentro de un espacio inconmensurable habitado sólo por el anhelo y la esperanza de los hombres. A la manera de un demiurgo crea para la mirada una atmósfera en continua ebullición, allí podemos encontrar el principio activo que da origen al deseo, a la posibilidad de una nueva vida, … en fin, a un nuevo horizonte.
Julio Sapollnik | Lic. Historia de las Artes
2006
Montañés despliega una sabia sinfonía de levedades, frotados y goteos que evocan inciertos paisajes, siempre estremecidos y al borde de la disolución, como el vago recuerdo de un sueño. Ese territorio de lúcida ausencia y fecunda desolación, casi sin referencias físicas, donde nada está dicho y todo se sugiere o se adivina, nos introduce en una situación que podríamos describir como el arribo de la pintura a un horizonte de resplandeciente musicalidad.
Daniel Pérez | Crítico de Arte
2008
